Nos aferramos a algo que nos hace sufrir, esperamos a sufrir para acabar con una situación que nos consume. Esperamos que llegue el día en el que no aguantas un minuto más sin saber qué hacer, y estallas. Esperamos a un momento en concreto para viajar, pero ¿por qué esperar? Si quieres viajar, hazlo, no esperes. Si quieres besarte, bésate, no esperes. Que la vida ya corre como para que nos tengamos que esperar a que lleguen los momentos adecuados. No existen los momentos adecuados, ni los equivocados: existen los momentos, sin más. Así que no esperes, no esperes a nadie, no te esperes a ti mismo. Haz que tu cuerpo tenga que correr para atrapar a tu alma. Si vivimos esperando no somos conscientes de todo lo que nos perdemos, de todo lo que no vemos. Pregúntate si vives el momento, o el momento vive por ti. Si haces que los momentos no existan porque tú decides cuando es el momento. Que el momento dependa de ti. Si vas a estar esperando siempre, o no quieres que te esperen.
¿Equivocarnos? Seguro. Pero ni nacemos perfectos ni vivimos para serlo. Vivimos para mejorar, para empezar desde cero y llegar al cien, quedarnos a la mitad o no superar el diez. Vivimos para ser nosotros y vivir a nuestra manera. Pero no vivimos para esperar. No vale la pena esperar a sufrir para empezar a disfrutar. Ni te darás cuenta, y será demasiado tarde para empezar a vivir, así que no esperes, equivócate. Y levántate sin esperar a alguien que lo haga por ti. Aprende que no necesitas a nadie que no seas tú. Por que tú estarás contigo siempre, pero miles de personas te abandonaran, incluso aquella que te sonrió en el metro, algunas falsas amistades, algunos expertos en promesas, otros que no lograrás recordar su nombre, y también esos que recuerdes hasta su perfume. Por desgracia (o por suerte) durante el transcurso de la vida nos abandonan, y algunas marchas son dolorosas y otras las agradecemos. Pero no eres tú quien escoges el momento en el que se van.
Por eso y por mil cosas más, no esperes ni un segundo para hacer lo que te ronda por la cabeza, que si puede ser, ni te lo pienses. Porque si lo piensas, lo sientes. Y cuando sentimos algo, lo hacemos con ganas, lo disfrutamos y sentir las cosas nos hace estar vivos. No voy a quedarme de brazos cruzados esperando el momento, esperando el lugar, esperando algo adecuado. Si tengo que equivocarme, me equivocaré, pero que por la incertidumbre o el miedo a fallar, no sea.
NikoRosales