Quisiera de alguna forma borrar la memoria del tiempo que compartimos en estos momentos. En parte hemos empezado poco a poco a trabajar en eventos, pero poco a poco es de forma lenta, no nos acostumbraremos a volver a estar al pie del cañón. Hoy tocaba despedir a otros de los amigos artistas que me han acompañado en los últimos años y como tenia que explicarlo, decidí escribirlo en mi blog. Nunca antes habíamos visto con tanta nitidez cómo el virus de la desinformación, el descrédito de las instituciones y la vulnerabilidad ante los mensajes simplistas se extiende de forma acelerada en personas cercanas. Se me da muy mal decir adiós. Crecer es aprender a despedirse, he dicho siempre. Quizás sólo por eso, puede que aún hoy siga siendo un inmaduro. Así que me pienso dar el piro a la francesa, como hago siempre que salgo con amigos, sin decir nada a nadie, sin despedirme de veras. Si en este artículo, en cualquier momento, dejo una frase a medias, una de esas que siempre he sido incapaz de acabar, ya sabes de qué va. Escribí lo que necesitaba sentir, un consuelo que hubiera dado a cualquier amiga en mi misma situación, me dije las palabras necesarias para poder salir adelante. Sí, la vida a veces es muy jodida pero también tiene su parte maravillosa. Y muchas veces nos las perdemos por pensar en las cosas negativas y hacerlas protagonistas de nuestro día a día, como si ellas fueran el motor que nos impulsara. ¡Y no! El motor que nos impulsa o al menos, el motor que me impulsa a mí es descubrir lo bonito de la vida, que puedo apreciar gracias a las malas situaciones.